Rol: Apocalipsis

Las bases del rol están en las inscripciones, así que si tenéis que mirarlas de nuevo, o haceros una ficha de personaje, clickad AQUÍ.

Como ya he descrito en ese post, el texto narrativo de cada personaje ha de corresponerse con la raza del mismo (Ángeles, Demonios, Mestizos o Humanos)

Bien, ¡empecemos!

Escena : New York
Miro a mi alrededor. Hedor humano, por doquier, por todas partres. Malditas criaturas.

Sopla un agradable viento sobre la fachada de ese edificio. La noche me protege, y el viento me hace sentir ligero. Salto.

Me encanta esa sensación de dolor cuando aterrizo. Esa sensación de tener que estar muerto, de que mis huesos debiesen de aplastarse contra el duro suelo. Pero no. Hoy no.

Salgo a hacer mi labor. Las nocturnas calles newyorkinas siempre están transitadas de mortales. Adoro que me sirvan a mis víctimas en bandeja de plata...

Elijo a la próxima. Una mujer, de unos 25 años. Acaba de terminarse un porro en un callejón. Sale, mareada, de algún local. Mmmm...

Mis "habilidades" natas siempre me han ayudado. Me muevo rápido, y me coloco entre las sombras, siempre cerca de ella. Apenas en un segundo, salto sobre ella y la subo a la fachada de un alto edificio. No hay nadie, salvo unas asustadas palomas que emprenden el vuelo.

Grita y forcejea. Admiro la determinación y la ingenuidad humana.

- ¿Cómo te llamas? - pregunto, en un siseo.

Gime.

- Lástima...

La sujeto por el cuello, la levanto un par de palmos por encima del suelo. ¡Ah! Sí, su vida se escapa, el miedo la invade por completo...

Pero...

Alguien más aparece allí.

Alguien que no estaba hace un momento.

Miro a un lado. Hace mucho ruido. Vuevlo a mirar a la chica, y, valorando la situación, decido lanzarla al vacío desde allí.

- ¿Te ha gustado? - pregunto a la oscuridad.

Me acerco unos pasos ante la esbelta figura que me habla. Sólo podía ser ella. Nellie, cómo no. Aunque hacía tiempo que no la veía - creo que desde aquél incidente que tuve con Carlo Magno, ¿no?

- ¿Y qué te hace pensar que algo de lo que digas va a importarme, hija de la Oscuridad? - contesto, tan socarrón como sólo yo puedo.

- Tentador, pero... - chasqueo la lengua - No me dice demasiado, ¿sabes? No me escondo especialmente mal, y me gusta trabajar solo.

Silencio.

- Así que dame una explicación mejor, Nellie.

Me acerco a él y apoyo mi peso sobre una pierna.

—Conozco un local cerca de aquí. Está lleno de pandilleros y drogatas. Casualemente, conozco al líder porque me descubrió por casualidad en una ocasión... poco sugerente. Te ofrezco la posibilidad de ir allí, matarlos a todos, y crear nuestro propio imperio con los que nos sobren. No tienes ni idea de la de gente con poder que anda metida en drogas, y que daría lo que fuera por un canuto.

Sugerente, me apoyo en la otra pierna y alzo mi otra ceja. Eso no solía fallar.

Ilusa. ¿Qué intenta, hacerme caer en las trampas que creé yo mismo para las Cleopatras?

- Vaya poca cosa. Si entiendo bien, he de cuidar de tí un tiempo y deshacer las cagadas que vas dejando por ahí, ¿me equivoco? - río - ¿He de corregir tus errores, preciosa?

Ya sé cuál será mi respuesta. Seguiré probándola, de todos modos. A ver si estalla...

El miembro 'Guardián del Bosque' ha efectuado la acción siguiente: Tirar los Dados

'Oscuridad Sádica' :

Mi espada se materializa en mi mano, surgida de la nada. Tatas víctimas nos hemos cobrado juntos... ¡Qué tiempos! Caigo entre la multitud, espada en mano. Me miran, sorprendidos. Uno de ellos se acerca, y antes de poder quejarse, ya he separado su cabeza de su cuerpo.

- ¡Que la fiesta empieze ahora, mortales! - grito, mientras me lanzo sobre ellos. La belleza de mis movimientos me deslumbra: Iveûn, mi espada, corta, desgarra, hiere, mata... Estamos hechos el uno para el otro. Pronto sólo quedan trece humanos en el suburbio.

- ¡¿Por qué no bajas, Nellie?! - le grito - ¡Vamos!

Le dejo los humanos a ella. Necesito encontrar al ángel, sea como sea. ¡Diversión!

El miembro 'Nellie Lovett' ha efectuado la acción siguiente: Tirar los Dados

'Oscuridad Sádica' :


Provoca ceguera temporal en los enemigos

Me giro, de forma súbita, y me encuentro con que Nellie también parece interesada en el ángel.

- Eh, eh, espera. Sólo he venido aquí por el Hijo de Dios, así que no empieces ahora con esas, ¿de acuerdo? Es mío, y nada me impide matarte ahora si con ellos consigo lo que quiero - amenazo, apuntándo con mi espada su garganta. Estoy en mejor posición que ella para negociar.

- ¿Pretendes que te de lo mejor? - pregunto, cínico - ¡Recuerda que soy eternamente mayor que tú, diablilla del infierno! ¡Si digo que el ángel es mío, es ABSOLUTAMENTE MÍO! - grito, haciendo rebentar los cristales.

Espero que un poco de efectos especiales ayuden a asustar a la novata.

Sonrío, satisfecho. Sí, estas son las cosas que aumentan mi ego a límites insospechados. Ahora voy a por el Hijo de Dios... A ver quién es...

Abro un par de puertas, y llego a una sala cargada de humo. "Típico de las películas", pienso. Un tipo está delante de mí, con una estúpida sonrisa dibujada en la cara.

- ¿Tú por aquí, Nathaniel? - dice, en plan amistoso (pedante)

- Vaya, pero si es el pequeño Adriel... Cuánto has crecido, "angelito mío" - contesto, sarcástico. Se pone a reír.

- No creo que te convenga ponerte así, amigo mío - contesta - No olvides quién te sacó de las mazmorras de los templarios, viejo demonio. Además, me podrías resultar útil en estos tiempos difíciles...

Idiota. ¿Qué se ha creído, que puede restregarme mis errores del pasado así comó así? Que le zurzan. Enarbolo mi espada, dispuesto a cargármelo, aunque esté en su forma humana.

- Dios, para, Hijo de la Oscuridad. Sabes que puedo "petarte" de cualquier modo posible. No te conviene retarme ahora... Si no quieres que nada malo le pase a tu amiguita... - comenta, señalando arriba.

¿Cree que me importa algo la diablesita?

- Mi pequeño Adriel... Eres un estúpido... Ya nos hemos enfrentado otras veces, y sólo tus "amigos" Gabriel y Miguel han conseguido salvarte... por los pelos, si no recuerdo mal... Así que en vez de jugar a eso de " angelito malo" ... Hazte un favor, y déjate de idioteces, ¿vale?

- Cierto, pero... Sigo teniendo control de la vida de la pequeña Nellie, así que... Tú decides.

Claro que decido. No le doy tiempo para decir nada más: corte limpio en el cuello, y su cabeza cae rodando. Ni se ha enterado, el pobre... Ya volverá...

Salto, rompiendo el tejado. ¿Qué hago? Bueno, nunca está de más interesarse por la vida de una hermanita, supongo. ¿Dónde está esa diablesa del infierno...? ¿Le habrá pasado algo, como decía Adriel, o iba de farol?

Ángeles. No, en realidad no. Querubines. Maldita sea la Corte de Dios... Cinco de ellos, Nellie en medio de todo. Ni siquiera yo, el Gran Nathaniel, podría con cinco Querubines. Lo mejor es salir corriendo, y dejar a la diablesita a merced de la voluntad de esos repugnantes ángeles... Pero algo me impide hacerlo. ¿Amor fraternal? Quizás. Da lo mismo.

¿Me han visto? No... Bien, juego con ventaja. Ni pensar en matarlos. No. Cogerla, y largarse. Es un buen plan. Un plan genial...

Así que fijo mi atención en ella, ahí, sin hacer nada. ¿No la matan? Comprendo... ¿Me quieren a mi? Sí, exacto. Un cebo... ¿Picar o no picar? Buena pregunta...

Salto sin hacer ruido, justo en el instante en que han bajado la guardia. La agarro, y de nuevo, salto. Esta vez al vacío. Por lo general, no me transformo jamás en demonio, pero la situación me lo pide. Mis rasgos cambian, mi cuerpo cambia. Pronto estamos volando sobre la gran ciudad... Perseguidos por los Querubines... ¡Hijos de p**a!

Consigo despistarles. Bien. Entro en mi apartamento. Dejo a Nellie tumbada en la cama, y yo, ya convertido en humano, me dejo caer en el sofá. No duermo en toda la noche, sin embargo. ¿Querubines...? No tiene sentido que Adriel haya sido ayudado por los segundones de la Luz... No tiene sentido...

- Cállate, idiota. Y si no te callas, por lo menos dame las gracias por esa estupidez de salvarte la vida - contesto, tajante.

Espero que eso acalle su palabrerío. Odio las palabras habladas.

Lucifer... Qué calvario...

- Estás en mi apartamento, en la gran ciudad de New York - contesto - Fuimos de fiesta a un suburbio y maté a un angel, y tú tuviste la genial idea de dejarte capturar por nada más y nada menos que cinco Querubines, pequeña. Y ahí yo, haciendo el imbécil rescantándote... ¡¿Para qué?! ¡Para que no me dejes en paz ni un segundo!